El Paris Saint-Germain ofreció una de las actuaciones más demoledoras de la fase de grupos de la UEFA Champions League 2025-26 al golear 7-2 al Bayer Leverkusen en el BayArena, en un partido que quedará grabado como un monólogo de fútbol ofensivo, ritmo y jerarquía.
Desde el primer minuto, el conjunto dirigido por Luis Enrique dejó claro que no vino a especular. Apenas al minuto 7, Willian Pacho adelantó a los visitantes con un cabezazo tras un tiro de esquina perfectamente ejecutado. El PSG imponía condiciones, pero el Leverkusen intentó reaccionar. A los 25 minutos, Alejandro Grimaldo tuvo la oportunidad de empatar desde el punto penal, pero falló su disparo y desperdició la opción más clara del primer tiempo.

El equipo alemán mantuvo la presión y consiguió igualar parcialmente gracias a Aleix García, quien transformó un penal al minuto 37. Sin embargo, cuando parecía que los locales se metían en el partido, llegó el golpe anímico que marcó el rumbo del encuentro: la expulsión de Robert Andrich al 32’, por un codazo sobre Désiré Doué.
Con un jugador más, el PSG olió sangre y desató una tormenta ofensiva. En apenas siete minutos, el vigente campeón europeo firmó tres goles: Doué (41’), Kvaratskhelia (44’) y otra vez Doué (45+3’) para irse al descanso con un contundente 4-1. Lo que había empezado como un duelo equilibrado terminó convertido en una pesadilla para el conjunto alemán.
El segundo tiempo fue una continuación del festín parisino. Nuno Mendes anotó el quinto tanto al minuto 50 tras una gran jugada colectiva. Aunque Leverkusen logró descontar nuevamente gracias a Aleix García (54’), el dominio francés no se detuvo. Ousmane Dembélé, recién ingresado, se sumó a la fiesta con un gol al 72’, y finalmente Vitinha selló la goleada al 90’.
El Leverkusen, desbordado y sin respuestas tácticas, sufrió no sólo en el marcador, sino también en lo emocional. La expulsión de Andrich fue un punto de quiebre del que nunca pudieron recuperarse. Para colmo, el PSG también terminó con diez hombres tras la expulsión de Illia Zabarnyi, aunque en ese punto el resultado ya estaba completamente definido.
En el aspecto estadístico, los parisinos dominaron en todas las áreas: más del 60 % de posesión, 18 remates totales y una precisión quirúrgica en el último tercio. Su presión alta ahogó la salida del Leverkusen, y cada recuperación se convirtió en una oportunidad de gol.
El técnico Kasper Hjulmand, visiblemente dolido, reconoció tras el encuentro que “en siete minutos perdimos todo lo que habíamos construido”. Y tenía razón. El PSG aprovechó al máximo los errores de su rival y demostró que su renovación de plantilla no ha restado contundencia, sino que la ha multiplicado.
La noche en el BayArena fue un espectáculo de autoridad y precisión. Un recordatorio de que este PSG, más allá de los nombres, ha encontrado un equilibrio que combina talento, velocidad y hambre de gloria. Y cuando ese tridente se alinea, no hay rival en Europa que pueda resistirlo.
